El implante de una pesa de oro es actualmente la mejor opción para tratar el lagoftalmos, la secuela ocular más frecuente de la parálisis facial. Con frecuencia, los pacientes no pueden cerrar completamente el ojo del lado de la parálisis, dejando expuesta la superficie de la córnea, lo que provoca síntomas de ojo seco y pone en riesgo el ojo. Un implante de un peso predeterminado permitirá a la persona cerrar el párpado sin afectar la función de apertura del párpado.
Se deben abordar un par de factores al contemplar un implante de peso de oro para evitar complicaciones y garantizar el mejor resultado posible a largo plazo. Primero, determinar el peso correcto para cada paciente es crucial. Un peso ideal del implante permitiría un cierre palpebral adecuado sin afectar la función de apertura del párpado. La medición de diferentes pesos con implantes de prueba en el consultorio del cirujano puede determinar efectivamente este peso ideal.
En segundo lugar, se debe asegurar la estabilidad a largo plazo del implante en el párpado. Esto se logra seleccionando un implante de buena calidad de un fabricante reconocido. Los implantes con bordes ásperos o de un material de mala calidad aumentan la posibilidad de infección posoperatoria y el riesgo de extrusión del implante. Este último punto es fundamental, ya que la extrusión -el rechazo del implante por el párpado- es la causa más frecuente de reintervención para retirar el implante. Para reducir el riesgo de esta complicación, muchos cirujanos oculoplásticos cubren el implante con una lámina delgada de un material biológico que crea una barrera entre el implante y la piel delgada del párpado.
Lo que es más importante, los pacientes deben elegir un cirujano oculoplástico con experiencia en el manejo quirúrgico de la parálisis facial y sus secuelas oculares.