El carcinoma basocelular es el cáncer más frecuente que se origina en la piel de los párpados. Su causa principal es la exposición al sol y, aunque aparece con mayor frecuencia en adultos mayores, puede afectar a personas jóvenes. Debido a su carácter maligno, el tratamiento de estas lesiones del párpado es siempre la resección quirúrgica. La cirugía debe ser realizada por un especialista en párpados (cirujano oculoplástico) utilizando técnicas conservadoras, como la cirugía micrográfica de Mohs.
La resección completa del tumor es la prioridad número uno, sin importar el tamaño de la lesión. Para aclarar, el cirujano debe asegurarse de que extirpó todas las células malignas, aunque esto implique una reconstrucción más compleja o comprometa el resultado estético. Dicho esto, mantener la apariencia normal del párpado y su funcionamiento tras la resección del tumor es fundamental para el cirujano oculoplástico.
Lo primero que el cirujano debe tener en cuenta en el momento de reconstruir los tejidos – tras resecar el tumor – es el funcionamiento de los párpados. Es decir, procurar que el párpado conserve su función de barrera protectora de la superficie ocular, particularmente la córnea. La córnea puede secarse, ulcerarse o infectarse rápidamente sin la función de los párpados, lo que puede provocar secuelas visuales potencialmente catastróficas. Por lo tanto, es primordial que, a la hora de reconstruir el párpado, el cirujano preserve el mecanismo normal del parpadeo y que se asegure de que el paciente pueda cerrar por completo el ojo operado.
Para algunos pacientes, especialmente los más jóvenes, el resultado estético es quizás el aspecto más importante de la operación. No obstante, los pacientes deben reconocer que siempre quedará una cicatriz después de la extirpación de un tumor en el párpado. Las lesiones muy pequeñas o superficiales dejarán cicatrices discretas. Por otro lado, los tumores grandes, que requieren una reconstrucción compleja de los tejidos de los párpados, probablemente dejarán una cicatriz visible. La mejor manera de prevenir una cicatriz antiestética es emplear las últimas técnicas de reconstrucción con microcirugía, teniendo especial cuidado en manipular los tejidos del párpado con delicadeza y meticulosidad. Por lo tanto, la experiencia del cirujano en reconstrucciones microquirúrgicas contribuye en gran medida a prevenir cicatrices desagradables.
¿Qué pasa si ya hay una cicatriz después de la operación? En ese caso, las técnicas de revisión de cicatrices ya sean quirúrgicas o no quirúrgicas, pueden mejorar la apariencia del párpado. La revisión de la cicatriz debe realizarse no menos de 3 a 6 meses después de la primera intervención, para darle tiempo a los tejidos a que cicatricen. Las opciones no quirúrgicas incluyen láser C02, exfoliaciones químicas con peelings y rellenos dérmicos con ácido hialurónico.
Por la naturaleza tan delicada de la reconstrucción de los párpados, el consejo más importante que podemos ofrecer es buscar un cirujano oculoplástico experimentado para realizar su operación.