Un párpado caído, o blefaroptosis, es una afección común que sucede cuando el músculo responsable de elevar el párpado no tiene la fuerza suficiente para realizar su tarea. En los adultos, la ptosis suele deberse al debilitamiento del tendón muscular (aponeurosis), mientras que, en los niños, la causa es un desarrollo deficiente de las fibras musculares antes del nacimiento. La ptosis palpebral puede afectar a uno o ambos ojos; sin embargo, la mayoría de las veces, un párpado está más bajo que el otro.
¿Cuáles son los síntomas de la ptosis congénita del párpado?
La ptosis congénita suele ser evidente desde el nacimiento. Los padres pueden notar que un ojo parece más pequeño y que el niño adopta una posición poco natural – extensión del cuello y levantamiento del mentón – para permitir que la luz llegue a la pupila. Los niños muy pequeños no pueden expresar que tienen visión borrosa, pero los padres notan que el niño se frota el ojo caído. La ptosis puede ser más notable por la noche o cuando el niño está cansado. Si la ptosis se asocia con laxitud extrema de los tejidos del párpado, es necesario investigar si existe una condición llamada síndrome del párpado flácido (floppy eyelid syndrome). Además de presenter ptosis, el niño se quejará de dolor y su ojo estará enrojecido e irritado (ver video).
¿Cuándo se debe tratar la ptosis congénita?
Una pregunta importante que hacen la mayoría de los padres es cuándo se debe levantar el párpado caído. Esta pregunta es fundamental porque la ptosis congénita puede afectar permanentemente la visión de un niño. En términos generales, la ptosis congénita debe abordarse si el párpado interfiere con el desarrollo visual del niño. Esto solo sucede cuando el párpado está tan caído que bloquea la pupila en todo momento. El párpado debe elevarse quirúrgicamente lo antes posible para permitir que la luz llegue a la retina y se desarrolle una visión normal; de lo contrario, el niño tendrá un ojo vago (ambliopía). Si la ptosis es leve y no hay obstrucción de la pupila, el cirujano puede esperar hasta que el niño sea mayor (5 o 6 años) para considerar la cirugía. Sin embargo, se deben realizar exámenes oftalmológicos frecuentes para asegurarse de que el niño no desarrolle ambliopía.